Todos los fichajes, los rumores, que si pago la cláusula, venga no que cambiamos cromos, que si yo he siempre he sido culé y, por supuesto, vengo al club de mis amores. Gracias Zoran Vekic, tú haces mi verano mejor.

jueves, octubre 06, 2005

Los cuentos de la China

Erase que se era, un presidente de fútbol muy comprometido con su país y con un talante nuevo, negociador y renovador. Y no amiguitos, no me estoy refiriendo al presidente del gobierno ni al ser superior. Me refiero a esa inocente Cenicienta, que con un toque de varita pasó de ser elefante azul a president del F. C. Barcelona. Como era el más trabajador de los tres habitantes de la casita, mientras uno de ellos se dedicaba a bailar samba todo el día, él construía y construía una casita más fuerte, para hacer frente a las embestidas del malvado lobo que acechaba por el entorno. Al final, fue el único habitante que resistió los soplidos del malvado lobo.
Un buen día, vió que se quedaba sin suministros y, ni corto ni perezoso, decidió salir a las tierras lejanas a buscar los suministros. Para no perderse en el camino, fue dejando chinitas que le indicaran el camino de vuelta. Enfundado en una caperuza hoy azul, mañana roja según los designios del patrocinador, comenzó su largo, largo viaje a la China. Y otra vez, tuvo que vérselas con el malvado lobo que andaba por el entorno. Aún así, tuvo tiempo de visitar la linda morada de los siete enanitos y renovarles uno a uno. Tras evitar morder la manzana envenenada de Messi, siguió su marcha a tierras asiáticas. Allí, convenció a todo el pueblo chino y volvió a casa con la cestita llena de tarros y tarros de mermelada. Así lo proclamó, y todos los habitantes le hicieron caso , incluso en los bosques ingleses, y celebraron que ya no pasarían más hambre. Pero pasaba el tiempo, y nadie veía la mermelada mágica. Cenicienta se justificaba diciendo que a la mermelada no podía exponerse al sol porque perdería sus increíbles poderes curativos.
Y los habitantes del bosque le creyeron y no volvieron a hablar del tema, aunque algún gnomo malicioso mascullaba por lo bajini que de mermelada naranjas de la China, que no había traído nada en la cestita. Por supuesto, los ciervos del bosque le llamaron mal compañero y le retiraron el saludo. Y en estas estaban en el bosquecito, cuando Cenicienta un día a eso de las cuatro de la tarde cuando todos los animalitos estaban hablando del estatuto forestal, del vallado que les separaba del árido desierto y de la conveniencia de tener con papeles a un pumita argentino que había llegado a la arboleda, comunica por lo bajini que las mermeladas no se van a comer porque no le apetece, que no es necesario recurrir a ellas, y que es un orgullo ser el único bosque donde no se consume mermelada. Y avisa que tengan cuidado porque algún gnomo capitalino se reirá. Pero es que a estos no hay que hacerles caso porque todo lo que narran son cuentos de la China.