El actor secundario

Están ahí. Existen. Agazapados en la oscuridad del anonimato. Curtidos en su oficio. Tipos entrañables, grandes. Porque conocen su papel y las implicaciones que conlleva. Saben que todos los aplausos caerán del lado del actor más guapo, más alto, más fuerte. No esperan nada a cambio. Solo la satisfacción de su trabajo.
Son el armazón de un edificio, la columna vertebral, la piedra angular. Son un ejército de anónimos luchadores, de excelentes profesionales. Son William H. Macy, Chris Moore o aquella generación de actores españoles glorificados en Amanece que no es poco. Son la guarnición de cualquier plato, lo que da el sustento a la vida.
El Real Madrid empezó a resquebrajarse cuando se fue uno de ellos. Qué más daba que se fuera Makelele? Total, él no sabe gambetear, picar la pelota y ponerla en la escuadra. En China no le conoce ni Maldini de vacaciones en Pekín. En Barcelona hay otro tipo que nunca protagonizará una película. Pero desde aquí, nuestro pequeño homenaje por dignificar el trabajo de todos los actores secundarios. Se llama Rafael Márquez. El Kaiser de Michoacán. Vital para las victorias de este Barcelona frente a Chelsea y Zaragoza. Ya va siendo hora de reconocer los méritos. Porque, como se dice en Amanece que no es poco, no son solamente necesarios, sino que además son contingentes.