Todos los fichajes, los rumores, que si pago la cláusula, venga no que cambiamos cromos, que si yo he siempre he sido culé y, por supuesto, vengo al club de mis amores. Gracias Zoran Vekic, tú haces mi verano mejor.

miércoles, febrero 22, 2006

Karpov vs Kasparov

Los duelos entre el Chelsea y el Barcelona tienen más de ajedrez que de fútbol, donde Makelele y Motta son los peones; Terry y Puyol, las torres, Robben y Messi los alfiles, cortando en dos el tapete; Eto'o y Drogba, los caballos; Ronaldinho y Lampard, los reyes; mientras que Cech y Valdés son las reinas.
Y sobre ese tablero deslumbrante, dos mentes, dos enigmas, dos antagonistas. Van camino de convertirse en grandes maestros de este ajedrez llamado fútbol. Y sus duelos, de representar la épica de este deporte. Ellos son Mourinho y Rijkaard, aunque también se les conoce por los nombres de Anatoly Karpov y Gary Kasparov.
En 1978, Karpov defendía por primera vez su título mundial contra Viktor Korchnoi. La partida, celebrada en las islas Filipinas, fue un canto a la marrullería psicológica. Ahí se dieron cita todos los trucos y personajes del manual del buen marrullero, como el inquietante doctor Zukhar que trataba de hipnotizar a Korchnoi, mientras que éste usaba unas gafas con espejo para desviar los maléficos rayos. O la petición de Korchnoi para jugar bajo la bandera pirata al serle negado el derecho a hacerlo bajo la enseña suiza. O los famosos mensajes criptados del yogur de Karpov, o la invitación por parte del bucanero ajedrecista a dos miembros de un culto local, acusados de asesinato, para sumarse a su equipo de colaboradores en la partida. El resultado fue un ajustado seis a cinco tras veintiún partidas.
Años después, Karpov se las vería por primera vez con una figura emergente en el panorama ajedrecístico: un tal Gary Kasparov. Era 1984, en plena efervescencia anticipadora del fin del imperio soviético, y en un duelo épico, tras 48 partidas jugadas, el presidente del FIDE decide suspender el juego y dar como ganador a Karpov, tras haber éste perdido 10 kilos en el transcurso de la batalla. Ese fue el comienzo de la leyenda. Se enfrentaron cuatro veces más por el cetro mundial, resultando Kasparov ganador en todas ellas. Fueron la noche y el día, el sol y la luna en cuanto a su concepto del ajedrez. Uno apoyaba al régimen ortodoxo comunista, el otro pedía transparencia, abertura. En definitiva, una bendición para el ajedrez que, tras la espantá de Bobby Fisher (que sería Johan Cruyff), construyó y glorificó toda una epopeya deportiva.
Así son los duelos entre el Chelsea y el Barcelona. Dos ajedrecistas antagónicos, un tablero de ajedrez y el manual del buen marrullero en la mesita de noche. Así que, noticias como las que escuchamos estos días, no nos sorprenden en absoluto.