Las palabras y el viento
Parte de la culpa de la histórica paliza al R. Madrid reside en la serie de chapuzas concatenadas que han terminado colocando a Gravesen como centro de gravedad (ojo, Roncero, que también sé hacer estos juegos) del equipo. El martes, instalado en la euforia, se sinceraba y soltaba joyas del tipo: "Los jugadores me elogian" o "siento que Guti y yo nos entendemos bien en el centro del campo". Como siempre, la culpa de todo, de la prensa. A ver qué dice hoy, el simpatiquillo jugador danés. Y es que hay que amarrar bien las palabras, y cuanto menos se las saque a pasear, mejor. Que si no, se las lleva el viento.
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