Todos los fichajes, los rumores, que si pago la cláusula, venga no que cambiamos cromos, que si yo he siempre he sido culé y, por supuesto, vengo al club de mis amores. Gracias Zoran Vekic, tú haces mi verano mejor.

lunes, julio 18, 2005

Aquel verano del 42

Igual que en la ya legendaria película de Robert Mulligan, los fanáticos del mercadeo futbolístico, ávidos de la corruptela de los egos, los tiras y afloja, los nuevos dioses, los mezquinos intermediarios (ay, qué sería de nosotros sin vuestra existencia), en definitiva, admiradores del gran bazar veraniego, sabemos con certeza que la adolescencia, a pesar de lo que podamos aferrarnos a su añorado recuerdo, no volverá jamás.
Todas las enseñanzas vitales que emanaban de la piel de la por siempre icono de nuestros inconfensables sueños Jennifer O'Neill son parte de un pasado glorioso que no volverá jamás. Ahora sé, visto que en España nadie mueve ficha (Abramovitch vente ya), que nada volverá a darme más días de gloria que el baile por el fichaje de Denilson (si lo llegas a saber, Lopera), que no volveré a contemplar cómo Ronaldo se la jugaba al por entonces club de sus amores, y que no asistiré a cambios de chaqueta espectaculares (Vieri, lo dicho a Abramovitch). Ya no hay servilletas donde redactar un contrato, ni tiras y afloja con Manchester, Juventus o Milán. Dónde está aquel Lendoiro que, hecho un chaval, se traía a los brasileños de dos en dos, aquellos clones de Ronaldo pero con e.
Y ese enésimo proyecto del club que confía más en la Señora Rushmore que en el señor Ibagaza. Nuestro gran Atleti, que tardes y tardes de emoción nos deparaba, cuando veíamos a Gil construir su "éste proyecto sí que es bueno" (ay, Tren Valencia).
O al bueno, es un decir, de Gaspar hablando en chino, fichando saldos en Inglaterra a precios de escándalo. Ahora no hay más que cesiones, el Atleti ha comprado a cuatro jugadores!!, el Depor se asemeja al Dioni, aquel señor que tuvo, disfrutó, gastó y que ahora vende su música en los muestrarios de gasolinera, el Barca contrata jugadores sin contrato en vigor y el Madrid, a los Pixie y Dixie uruguayos.
Hemos disfrutado de tan lindos momentos, aprendido de tan egregios maestros, creído firmemente en tan a posteriori grandísimos blufs, que cualquier tiempo pasado fue mejor. Peter Pan, llévanos a Nunca Jamás. O Abramovitch, que lo mismo da.