Todos los fichajes, los rumores, que si pago la cláusula, venga no que cambiamos cromos, que si yo he siempre he sido culé y, por supuesto, vengo al club de mis amores. Gracias Zoran Vekic, tú haces mi verano mejor.

lunes, julio 24, 2006

Cuando el romanticismo ya no sirve

Hay veces que ser un romántico no compensa, y no, no estoy hablando de mi vida sentimental. Estoy analizando la silenciosa política de fichajes de la Real Sociedad.
Remontémonos en la historia. Allá por los años ochenta, solo había tres equipos en España que se negaban a fichar extranjeros: el Athletic de Bilbao, la Real Sociedad (desde los años 60) y Osasuna. Eran tiempos donde el apego a filosofías idealistas e idealizantes servían para contentar el alma y el orgullo de los seguidores de estos clubes. Además, en el caso del Athletic y de la Real, las ligas ganadas en esta época sirvieron como refrendo de una gestión voluntariamente aceptada. Así que, estos dos equipos jugaban solamente con jugadores vascos y Osasuna seguía con su política de no fichar extranjeros, aunque aceptaba en sus filas a jugadores del resto de las comunidades autónomas.
Pero llegaron los primeros temores, los coqueteos con el descenso, y el pragmatismo se abrió paso a machetazos por la selva idealizada. Osasuna tuvo que cambiar su modelo y fichó a Pedersen, tremendo filibustero danés que llegó como se fue, en el más absoluto de los silencios. Solo quedaban dos bastiones. Y en estas apareció Bosman (por cierto, qué fue de su vida) y revolucionó todo el fútbol. La Real Sociedad no pudo seguir la estela de Primera y tuvo que renunciar al primero de sus pilares. El fichaje de John Aldridge sirvió para abrir las puertas a los Oceano, Abel Xabier y compañía. La ley Bosman se había cobrado la primera de las tradiciones.
Mientras, en Bilbao, el club jugaba con la ambigüedad (jugadores riojanos, por ejemplo) y se abría el debate para fichar a oriundos vascos. La llegada del francés Lizarazu fue la piedra de toque para comprobar la reacción de la afición. Sin embargo, su posterior estampida al Bayern de Munich reafirmó al Athletic de Bilbao en su visión. Un jugador no vasco no se identifica con la camiseta, y la identificación entre territorio, público, jugadores y club está por encima de los efímeros éxitos deportivos. Es el orgullo y, a su vez, peaje que debe pagar el Athletic.
Y en estas, que llegamos al siglo XXI. Y la Real, fruto de una gestión desastrosa (su máximo culpable dirige hoy en día plácidamente la LFP), se ve abocada a fichar al primer jugador de otra comunidad autónoma, Boris. Sin tradiciones que respetar, y con el vértigo de verse abocado a jugar en la Segunda división, la Real Sociedad, de la mano de ex jugadores históricos de la entidad (Fuentes, Bakero...), se ha lanzado en esta campaña a fichar jugadores como Diego Rivas, Gerardo, Juanito y suena Xisco. Es decir, una revolución silenciosa, ideada desde las entrañas históricas del club. Otra tradición que se desvanece. ¿Le compensará a la Real ser infiel a su visión? Solo el tiempo, y lo que haga su eterno rival, el Athletic de Bilbao, pondrá a cada uno en su sitio. Y es que romanticismo y fútbol son dos términos que comienzan a resultar antagónicos. Pero bueno, no sucede también lo mismo en nuestras vidas? Perdonen este apunte último, ahora recuerdo que les había prometido que no iba a hablar de la mía.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

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Anonymous Anónimo said...

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