Todos los fichajes, los rumores, que si pago la cláusula, venga no que cambiamos cromos, que si yo he siempre he sido culé y, por supuesto, vengo al club de mis amores. Gracias Zoran Vekic, tú haces mi verano mejor.

jueves, septiembre 28, 2006

La prueba del nueve



Ha llegado el momento de responder una duda fundamental que, por sana curiosidad, malicia o afirmación de la sapiencia futbolística, más de uno se ha formulado en este reinado del Barcelona: ¿Cuál es el factor que determina por encima de otros la superioridad blaugrana? Unos aducen que es Ronaldinho, quien fue capaz de cambiar con su sonrisa el devenir de una entidad a la deriva. Los detractores de esta teoría aducen que Ronaldinho necesita más al Barcelona que el Barcelona a Ronaldinho y que la prueba fue el pésimo mundial que jugó el astro brasileño. Puede ser.
Otros señalan a la tranquilidad y buen rollo que desprende Rijkaard quien, tras un aprendizaje intensivo, se ha hecho con los mandos de la nave blaugrana con una tranquilidad a prueba de periodistas desalmados. Puede ser.
Los más, señalan a Sandro Rosell, quien habita en su mundo real desde que advirtiese que su pareja de baile, Laporta, se marcaba unos pasitos con el holandés cada vez que iba a por un guaraná a la barra brasileña. Puede ser.

Y hay quien dice que la diferencia estriba en un felino hambriento de fútbol y de éxito, que galopa las llanuras futbolísticas con la elegancia de una gacela y el instinto asesino de un puma. Es Eto'o, el díscolo nueve del Camp Nou, hombre en el campo, niño fuera de él. Que es él quien ejerce de abrelatas; de particular cobrador del frac de los defensas contrarios que sueñan con el sonido de su aliento golpeando sus nucas; que persigue el gol como don Quijote su sueño; trazador de diagonales perfectas, el arquitecto del gol blaugrana. En definitiva, es el portador de la apoteosis futbolística. Puede ser.

Pues bien. Ayer, en el partido contra el Werder Bremen, Eto'o se lesionó en plena carrera para el Balón de Oro. Es el momento de resolver la duda. Es ahora, cuando el Barcelona se enfrenta a su Tourmalet particular, con las cíclicas dudas cercando la nave, con un Ronaldinho evaporado y con un Real Madrid que otea a su rival desde la atalaya de los resultados, cuando sabremos finalmente qué es lo que hace grande al Barcelona. Ha llegado la hora de la prueba del nueve.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Joder, webber, me has puesto cachondo con lo del sonido del aliento golpeando sus nucas...
Tú sí que eres el portador de la apoteosis futbolística.
Emilio.

11:20 p. m.

 

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